Las 4 lluvias que este año cayeron en Huasco, transformaron al normalmente seco clima, en lluvioso. Esta situación hacía presagiar que se haría presente el fenómeno llamado en forma popular como "desierto florido".
Ya a mediados de Septiembre habían asomado tímidamente en las dunas del sector costero de Huasco las hojas delgadas y finas de la Añañuca, pero no fue hasta principios de Octubre que se debía presentar la floración.
Ya a mediados de Septiembre habían asomado tímidamente en las dunas del sector costero de Huasco las hojas delgadas y finas de la Añañuca, pero no fue hasta principios de Octubre que se debía presentar la floración.
Con ocasión de una salida de pesca el día 4 de Octubre pasado, tuve la oportunidad de ver el desierto florido en toda su plenitud. Ese día, extrañamente amaneció absolutamente despejado, por lo que al internarme por el angosto camino que lleva a Punta Blanca (10 Km al Norte de Huasco), pude apreciar una pequeña quebrada plagada de flores de diversas formas, tamaños y llamativos colores. No le tomé mucha importancia porque quería llegar al mar luego, y había que atravesar unas dunas.
Ya en la playa, decidí lanzar a la derecha de las rocas, en un bonito pozón. Sin embargo, la escasez de carnada me hizo llevar unos diminutos pejerreyes, por lo que no tenía mucha esperanza. Además, el mar muy movido hacía dificil sentir la "tomada". Por esto es que lancé varias veces y en más de una ocasión esperé a ciegas, intuyendo la tomada.
Y en una de esas, sentí tenso el nylon y solté el freno. Después de la habitual contada, recogí hasta tensar la línea y procedí a clavar. Efectivamente, era un bonito lenguado aunque no muy grande, de unos 45 cm.
No saqué ninguno más en Punta Blanca así que seguí caminando hasta el final de Playa Grande y en uno de los pozones, saqué otro lenguadito. Después, el viento se presentó para quedarse.
Y mientras caminaba de regreso por las dunas, me acordé del desierto florido, que se presentó imponente al bajar a la Quebrada, y preparé mi cámara para capturar el paisaje.
Aquella Añañuca Amarilla (Rhodophialia bagnaldi) de Septiembre, había dejado atrás sus largas y ahora secas hojas, para desplegar unos delicados tallos donde se presentaban imponentes las amarillas flores, abriéndose paso entre la basura dejada por algún pelotudo.
También pude identificar la imponente Corona de Fraile (Encelia canescens), de grandes flores amarillas y una gran corona central café. Observando inmóvil, pude ver como variedad de insectos atraidos por el néctar de las flores se posaban en éstas, atrayendo de paso a algunas lagartijas que acechaban espectantes.
Los espectaculares Heliotropos (Heliotropium floridum) no lo hacían menos y se presentaban en un apretado racimo en un concierto amarillo y blanco.
Hasta los modestos Suspiros (Solanum remyanum) participaban de la fiesta vistiendo en lila y amarillo.
También, el Espinilllo, o Varilla brava, (Adesnia confusa) presentaba sus diminutas flores, de delicadas formas y vibrante color amarillo
La famosa flor Cuerno de Cabra (Skytanthus acutus) muestra también sus amarillas flores con aspecto de hélice, y su nombre se debe a que el largo fruto se enrolla, formando una especie de cuerno, que el caer puede ser arrastrado por el viento.
Por último, llama la atención la absolutamente simétrica Hierba del Hielo (Mesembyantemum cristallinum), que por su textura brillante y con aspecto de espuma de poliuretano, casi parece una planta artificial.
Mientras me deshacía del wader, hasta me daba cargo de conciencia estar ahí y haber aniquilado más de alguna planta. Pero por otro lado, si los insectos hacían su pega, el objetivo final estaría cumplido; las plantas podrían entregar su semilla a la casi siempre esteril tierra y mantenerse latentes hasta quizas cuantos años más.
Con un poco menos de basura y un poco más de suerte, ..............la vida volverá a brotar.
Estuvo más o menos la pesca, pero el desierto florido, .....espectacular.