domingo, 24 de febrero de 2008
LA VISIÓN DE LOS PECES
En toda la escala evolutiva hay un elemento que se repite reiteradamente y que parece haber sufrido muy pocas modificaciones desde sus orígenes. Ese elemento es el ojo.
De hecho, hay muy pocas variaciones entre el ojo humano y el ojo de un pez. Pero aquellas diferencias existentes son interesantes de analizar.
La primera diferencia notable es que carece de párpado, lo cual hace que el pez no pueda dejar de ver los elementos que lo rodean aunque lo quisiera.
La segunda diferencia la establece el iris. En los humanos funciona como el diafragma de una cámara fotográfica de modo que permite una mayor o menor entrada de luz para equilibrar las condiciones diversas. El iris humano se contrae o dilata con esa finalidad. En la mayoría de los peces el iris tiene una abertura fija incapaz de adaptarse a los distintos niveles de iluminación. Por lo tanto los ajustes necesarios se realizan por medio de los fotorreceptores, que son células especializadas sensitivas a la luz, ubicadas en la retina.
Al igual que los ojos humanos, los del pez están equipados con células bastón y células cónicas a nivel de la retina. Las células bastoncillos son los fotorreceptores para poca iluminación y las células cónicas son receptoras para condiciones de luz intensa (digamos “luz diurna”). Como límite entre luz intensa y luz débil se podría establecer la que emana de una lámpara de 25 wats. Es decir que unas u otras células dejan de actuar cuando la iluminación llega al límite mencionado.
Esquema comparativo entre el ojo de un pez (izquierda) y humano (derecha).
C. Cornea;
I. Iris;
L. cristalino;
CM. músculo ciliar
lg. Ligamento;
M. Músculo retractor del cristalino; S. Esclerótica;
ON. Nervio óptico;
R. Retina
¿Cómo cambia de foco el ojo de un pez?
A. El músculo retractor del cristalino
(M) está en posición de descanso, mientras que el cristalino
(L) está enfocando objetos cercanos.
B. El músculo se contrae atrayendo el cristalino hacia la retina, enfocando los objetos más lejanos
Analizados desde el punto de vista humano, muchas especies son miopes o cortas de vista. Esto presupone que cuando el pez descansa, sus ojos toman una posición que les permite visualizar con mayor certeza aquellos puntos cercanos, cosa muy importante porque la mayoría de las aguas son turbias o poco iluminadas y de nada serviría tener visión a larga distancia cuando el peligro sólo puede verse a distancias cortas. Lo mismo ocurre con las presas, las cuales estando suficientemente cerca y bien enfocadas, permitirán un rápido movimiento para comerlas. Es decir que la miopía en los peces tiene un sentido y una utilidad práctica.
El ojo humano tiene la habilidad de modificar la distancia focal de una visión lejana a una próxima tan sólo con modificar el ancho del cristalino. Ahora bien, dado que la mayoría de los peces tienen ubicados sus ojos a los costados del cuerpo, no parece posible que puedan tener una visión tridimensional adecuada. Más bien deben tener una visión estereoscópica, o profundidad visual, muy reducida. En la medida que los ojos se ubican más hacia el frente en algunas familias, aumenta su sentido de la profundidad.
En algunos peces, en especial los depredadores, existe una banda frontal de visión binocular en la banda periférica de la retina que es mucho menos sensitiva y por ende, esa visión binocular, debe resultar menos nítida. Esto se compensa con una gran sensibilidad visual a los objetos que contrastan con el fondo, tanto en lo que hace al color, luminosidad o movimiento. Este tipo de contrastes es percibido rápidamente a nivel de la retina.
La visión del pez
Por su parte, el pez tiene una particular manera de rastrear los objetos visualmente en su mundo acuático. A diferencia de los seres humanos, la mayoría de los peces tienen sus ojos a ambos lados de la cabeza, lo cual les ofrece un campo de visión mucho más amplio que el que manejamos nosotros.
Esta división del campo visual se traduce en que hay áreas de la visión de los peces en que se manejan con una visión monocular, otras en que ambos ojos permiten una visión binocular y por ende, tridimensional del espacio, y finalmente, un área ciega.
Tal como lo podrá corrobar alguno de los tantos buceadores de la zona, si nos internamos en el mismo ambiente de los peces, nos resultará complicado poder observar lo que sucede en la superficie o en los extremos laterales si mantenemos la cabeza en una posición relativamente normal para la posición del cuerpo: de frente y hacia abajo.
Ni hablar de poder mirar hacia atrás. Por eso nos resulta a veces sorprendente ver que un pez que avanza en una dirección particular, sorpresivamente se voltea y ataca con decisión algo que para nuestros parámetros, debería haber estado fuera de su campo de detección.
De la misma manera, nos sorprende la capacidad que tienen para reconocer hasta el más pequeño pez, o crustáceo que se encuentra cerca de la superficie y comerlo sin mayor esfuerzo.
Las áreas de observación monocular de los peces se encuentran en los lados, por lo que aún cuando no tengan la ventaja de procesar la imagen tridimensionalmente, lograrán detectar objetos y movimiento a sus costados con enorme facilidad. El área al frente y sobre sus cabezas será el que ofrece la mejor percepción visual para estos peces, al darles la ventaja de detectar objetos y movimiento con ambos ojos.
Si de visión binocular se trata, que mejor que la del lenguado, que al tener sus ojos del mismo lado, tiene gran parte de su visión binocular, dejando solamente un sector monocular en el borde.
En más ocasiones de las que queremos admitir, aún haciendo acercamientos dignos de un escuadrón de comandos, las corvinas que se encuentran comiendo en la orilla, o los lenguados en un pozón de orilla nos pueden ver fácilmente. Por ello, un acercamiento correcto se basa en evitar movimientos bruscos, tener cuidado cuando se comiencen los lanzamientos, y jamás correr o saltar.
Mejor estrategia es combinar el acercamiento con cautela, con la profundidad de los peces. Por un lado, los peces, mientas más profundo nadan, mejor percepción tienen de lo que ocurre afuera del agua. Por lo mismo, mientras más profundo se encuentran, estarán menos temerosos y por ende, menos dispuestos a arrancar ante la primera señal de amenaza.
Por el contrario, los peces que se encuentran cerca de la superficie apenas manejan una pequeña ventana de visión sobre ellos. Si bien, esto permite acercarnos con mayor tranquilidad y a menor distancia, esta condición también los pone en sobre-alerta. Aún con el ruido y dinámica de las olas, son capaces de detectar cualquier disturbio, ruido o movimiento extraño para después lanzarse rápidamente a sectores más profundos.
Bibliografía :
elacuarista.com\Biología de los peces
riosysenderos.com\pescando visualmente
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1 comentario:
muy interesante! me a sido de utilidad para un trabajo que tengo que hacer de las visión de los peces!
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